jueves, 21 de febrero de 2013




Reflexion de hoy, partiendo de la base que eliminaría todo juicio, incluso hacia uno mismo, en una sociedad enferma de juicios, prejuicios, evaluaciones y autoevaluaciones constantes, como si la vida fuera un exámen y como si el juicio fuera a cambiar la realidad. Más nos valdría aprender a aceptar las cosas como son, sin calificarlas. Pero ése es otro tema.

Yo solía juzgar. Solía creerme juez. Solía sentirme juzgado, y me molestaban los juicios de los demás. Poco a poco todo esto ha dejado de pasar, y aunque el trabajo ha sido mucho más profundo de lo que hoy propongo, si quieres limitar los juicios en tu vida, puedes empezar como lo hice yo jugando a juzgarme a mí mismo cada vez que un juicio a lo ajeno se asomaba por mi cabeza.

Rápidamente, el afán por juzgar a los demás desaparece.
...
Antes de juzgar a los demás, júzgate a ti mismo.
•Antes de tachar una acción de alguien como injusta, plantéate: ¿tú siempre eres justo? Es más. ¿Qué es ser justo o injusto? Calla y piensa.
•Antes de decirle a alguien que está demasiado delgado o demasiado gordo, ¿te has mirado al espejo? Porque seguramente a ti también te sobran unos cuantos kilos.
•Antes de calificar a alguien de raro o peculiar, ¿seguro que tú eres “normal”? Recuerda que cada uno de nosotros es único, y por lo tanto peculiar. Tú también tienes tus rarezas.
•Antes de considerar a alguien como extremista, si ves al otro en un extremo, ¿no será que tú estás en el opuesto? ¡Ah no! Que tu vida es la más equilibrada. O tal vez tú también vivas en el extremo. Pues yo diría que ni una cosa ni la otra, porque puede que simplemente no haya extremos. Quizá sólo existan diferencias, mayores o menores, nada más.
•Antes de pensar que hacer deporte una hora y media cada día es una obsesión por el cuidado del cuerpo, ¿no podría ser también obsesivo estar sentado cuatro horas diarias delante del televisor?
•Antes de tildar a un vegetariano, por ejemplo, de maniático con las comidas, ¿no tienes tú la “manía” de comerte dos donuts cada mañana?
•Antes de reprochar a otro un error, si es que realmente lo fue, ¿qué pasa? ¿Tú nunca te equivocas?
•En definitiva, antes de criticar a alguien gratuítamente por el mero hecho de juzgarlo y consecuentemente sentenciarlo, pregúntate en primera persona: ¿soy perfecto?

Dime, ¿vas a seguir juzgando? ESTA NOTA DE MI AMIGO MANU ME PARECE INTERESANTE HOY 20/2/2013

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